Malos momentos

Llega un momento en la vida de todo ser humano, en el que se derrumba. El mundo se te viene abajo, no puedes con nada, y la situación mas cotidiana te supera. Sientes una ligera presión en la boca del estomago vives agobiado, y apenas disfrutas de las pequeñas cosas que hacen la vida.
como muy acertadamente dijo un amiga mía: solo durmiendo se esta bien.
Es ese punto de inflexión, ese instante antes de que la vara salte en astillas, cuando se vislumbra de que material esta hecho cada uno. Las reacciones son tantas y tan variadas como personas y formas de ser hay en el mundo, pero solo algunas te ayudan a salir de semejante estado de depresión, y en pocas ocasiones sales intacto. Hay veces que pensamos que es algo pasajero, y lo dejamos estar, con la esperanza de que desaparecerá. Otros se rebelan contra ese sentimiento, e inician una infructuosa lucha contra el mundo y si mismos, con todas las herramientas a su disposición.
Personalmente me he visto en ambas situaciones, y cabe decir que aunque es absurdo sentarse a esperar que todo pase, tampoco es productivo pelearse con el mundo, pues solo crea mas y mayor desasosiego. ¿ Cual es, pues, la solución al problema?
Como en tantas ocasiones a lo largo de la vida, tenemos que aceptar esa respuesta que levanta los ánimos de los reaccionarios y extremistas: el equilibrio. Sin llegar a los extremos hay que intentar vencer poco a poco la situación, pero desde la calma. Toda ayuda es poca en estos momentos, pero, cabe decir, que es incluso mas gratificante la ayuda que tu proporcionas. Exacto. Puede parecer una soberana estupidez el dedicarte a ayudar a otras personas en momento de bajón, pero no hay nada que te alegre mas el día que ver una sonrisa amiga tras un buen acto. Y entonces te das cuenta que puedes ayudar y hacer feliz a los demás, y te anima a seguir adelante. Para cuando te quieres dar cuenta, ya no sientes esa sensación opresora tan a menudo.
¡Te has curado!
Llegados a este punto habrá quien me diga que no me las de mesías y que tanta ayuda a los demás apesta a sermón de la montaña... Han de entender que no hablo de grandes obras de caridad o esfuerzos sobrehumanos. Nada de poner la otra mejilla, ni olvidar tu vida para centrarte en los demás. No digo que te hagas misionero. Pequeños actos bastan. Y es que el ser humano es un ser social, y nos hace felices, ver felicidad e nuestro alrededor.

2 comentarios:

Unknown | 9 de febrero de 2010, 23:03

¡Muy buen artículo! Me siento plenamente identificado y tocas algunos puntos muy interesantes. En cuanto tenga tiempo te responderé con oto (wink)

Anónimo | 9 de febrero de 2010, 23:25

¡Alabado seas Meijo! Guianos por las sendasdel Todopoderoso!
Me ha gustado mucho tio esta realmente currado y no te faltan grandes dosis de razon respecto a lo de provocar sonrisas para sentirte mejor.

Publicar un comentario